Entender el BDSM

Por Lara Vels, el 26/12/2020

Entender el BDSM

Virginia y Roberto son una pareja como cualquiera que puedas encontrarte por la calle. Rondan los treinta y trabajan en una superficie comercial en una ciudad de provincias. 

Les gusta el BDSM, que descubrieron juntos y de manera casual. No tienen un rol asignado fijo habitual. Unas veces domina Virginia, otras Roberto. Experimentan tanto como pueden. Alguna vez se han montado sesiones en las que han sido sumisos ambos o han sometido otras personas. Este tipo de experiencias les resulta más difícil en una ciudad pequeña en la que al final, acaba conociéndose todo el mundo. No les preocupa por ellos, en absoluto, pero sí por sus familias. 

Nadie imagina cómo es su vida privada de puertas adentro, nada delata lo que hacen. Ellos no van contando su vida sexual a nadie, tampoco les interesa la de los demás. No son depravados, ni maltratadores, no piensan todo el día en lo mismo, no acosan a nadie en el trabajo. Solo tienen una manera de entender la sexualidad que no es la habitual. Por lo demás, es una faceta que ocupa el espacio justo y normal, junto al trabajo, la familia, los amigos, ni más ni menos que otras parejas. 

A pesar de todo, son conscientes de que de saberse algunas cosas, les costaría un disgusto entre sus amigos y familiares. Lo suyo es algo elegido, consentido y disfrutado. Muy pocos en su entorno entenderían que Virginia fuera a trabajar más de una vez con los pezones en carne viva o que Roberto apenas pudiera sentarse por llevar el trasero enrojecido por los golpes, todo por propia voluntad. Y si el sexo sigue siendo un tema tabú todavía, la práctica del BDSM lo es aún más porque se aleja de lo que socialmente se entiende como normal.                      


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