Venganza de un cornudo

Por TuLady, el 18/08/2020

Venganza de un cornudo

Jamás pensé en compartir a mi esposa con nadie, pero ella se lo buscó... Viajo mucho y a veces paso tiempo fuera de casa. Mi mujer es guapa, es joven y no le falta ningún capricho. Así es que llegar a casa y encontrármela follando con un tipo en el salón, mientras le daba palmadas en el culo, y ella gritaba enloquecida fue todo un espectáculo. La que siempre tenía dolor de cabeza y nunca le venía nada bien. En ese momento lo entendí, claro. ¿Cómo iba a tener ganas si las saciaba con otros?
Podía haber montado un número, pero en vez de eso, dejé el maletín, me aflojé la corbata y pedí amablemente al tipo que se fuera. Se vistió y lo acompañé a la puerta, mientras la muy guarra intentaba taparse, como si fuera la primera vez que la veía desnuda.
Al volver intentó darme una explicación que no quise aceptar. Lo que había visto era exactamente lo que parecía, así que no había lugar. En vez de gritar o enfadarme le pedí que me sirviera una copa. Desconcertada lo hizo, y me limité a acariciar sus nalgas aún enrojecidas por la pasión del otro. Se dejó hacer sin decir ni palabra. Le pedí que me preparara el baño, cosa que hizo rápida y diligentemente, sin rastro de la chulería que hubiera sacado si mi reacción hubiera sido otra. 
Después de la relajación me metí en la cama. Me esperaba despierta, leyendo, supongo que esperaba que yo hablara con ella, pero no, no lo hice. En cambio le pedí que se masturbara delante de mí. "Hazlo, quiero verlo". Sin decir ni una palabra, comenzó a tocarse, poniendo la misma cara de zorra que le había visto en el salón. Cuando calculé que ya estaba llegando al climax le ordene que parara. Lo hizo obediente, y al ver que no decía nada, se volvió a su lado. Ahí no, a la alfombra y apagué la luz. 
Al día siguiente salí a trabajar como de costumbre. Cuando llegué por la tarde, mi mujer estaba perfecta y amorosa en el salón. Saludé, me serví una copa y al cabo de unos minutos llamaron a la puerta. "Ya voy yo", dije, y salí a abrir. Su cara al ver que entraba con el tipo del día anterior fue para enmarcar. "No te asustes querida, solo vamos a acabar lo que dejé ayer a medias".
El tipo se acercó a ella, rudamente. La llevó a la mesa del comedor, en la misma postura en la que los descubrí. Le arrancó las bragas y con las piernas abiertas comenzó a darle nalgadas. "No te contengas, disfruta" le dije aproximándome a la mesa para ver bien de cerca su cara. El tipo hacía bien su trabajo, comenzó a meterle los dedos por el coño, primero uno, luego dos, abriéndolos. La muy puerca no podía disimular lo que le gustaba. Al cabo de un rato el hombre se bajó los pantalones, su gesto al oir el ruido de la cremallera fue de placer. Yo no me lo podía creer, parecía que yo no estuviera delante... lo que ella no esperaba es que yo también me bajara los pantalones, que me pusiera detrás, al lado del tipo y empezara a golpearle el culo antes de penetrarla por turnos, mientras ella jadeaba de terror y placer. Ni que la moviéramos para colocarla de lado y meterle la polla por el culo. Y que acabáramos corriéndonos yo dentro de ella y el tipo en su boca, solo faltaba...
El tipo se vistió y se fue. El día anterior le había dado mi teléfono para que me llamara y organizar el número. Ni siquiera quiso que le pagara, se puso de mi lado para darle una lección a una guarra infiel. Y puso a mi disposición a sus amigos, que poco a poco fueron pasando por mi casa para compartir con ellos a mi mujer. Ella lo merece. 


 


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