Los amantes. Pierre Bisou. Fragmento
Por Malcolm, el 10/02/2019

Recuerdo nalgas planas, traseros redondos, esfínteres para domesticarlos con fuerza y cariño, violaciones simuladas que excitaban a algunas. Recuerdo innumerables desfiladeros, hechos de paredes de carne, de músculos circulares y palpitantes alrededor de mi falo, de mucosas reveladas y visitadas.
Enculaba mientras pensaba, a veces, en las corolas de flores que habría querido abrir delicadamente, con la punta de los dedos, hasta el cáliz, aguantando la respiración, volcado sobre esas vulvas, casi transparentes de tan frágiles, lisas y puras.
Aquel que saca su rabo ensangrentado deja un trazo eterno en la mujer que es tomada así por primera vez. El que agita su vara en las grasas posaderas consigue otras cosas, un destino muy real; con el glande toca al fin la vida en toda su acritud. Pero incluso como primera vez se borrará de la memoria ante la total falta de signo definitivo.
Enculaba por lo peor, que era la vida misma, y por lo mejor, que era la práctica del placer, que era como un consuelo.
Si bien era un mediocre amante, según creo, para sus encantadoras vaginas, me convertí en un experto de la doble articulación del clítoris y el ano. Usando un poco mis dedos y mi lengua. Para variar. ¿Se tendrían por vírgenes en ese primer momento, cuando su ano dolía gozoso para recibir a ese nuevo visitante? No lo sé. Jamás me hablaron de eso. O solo para decirme que todos sus amantes habían soñado con eso antes que yo, gracias.
Tras dos o tres culos desvirgados, implanté mi rutina.
Había que guiarlas para que acompañaran nuestros retozos, sobre todo con sus dedos finos y precisos. Pues de otro modo, según había podido aprender en los libros, el agujero del culo no habría bastado para conseguir el orgasmo; era sin embargo un punto controvertido, como debería descubrirlo más tarde, pero no importa. Así pues, durante mucho tiempo trabajé en ese sentido. ¡Y eso gustaba!
En última instancia, el amor contra natura no era tan difícil de revelar. Fluía naturalmente.
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