El trabajo más extraño
Por RedLips, el 30/01/2017

Ese verano tuve el trabajo más raro de toda mi vida. Por llamarlo trabajo, porque la verdad es que me pasaba el día follando, y haciendo un rato de jardinero que era para lo que me habían contratado. Acudí a una entrevista de trabajo algo peculiar en la que resulté elegido, y allí me enteré de que además del jardín debía atender a la esposa del entrevisador. El sueldo era muy bueno, y pensé que tampoco pasaría nada por probar. Por lo que me contaron los otros chicos que trabajaban en la casa, un chalet sin ostentación, pero al que no le faltaba detalle, supe, y comprobé en mis carnes, la esposa del propietario era una mujer insaciable. El marido la complacía a diario, pero era imposible seguirle el ritmo, por lo que ella necesitaba y porque él tenía que trabajar. Así es que por miedo a que ella saliera por ahí a encontrar hombres, decidió facilitarle la tarea y llevárselos a casa. Así es que estábamos todos disponibles para la señora.
No era raro encontrarsela en mitad del salón en el sofá, masturbandose delante de todos, con deleite y lascivia, provocando con la mirada a alguno de nosotros, a veces eligiendo a otro para follarla. Al principio resultaba extraño, esa especie de naturalidad con la que se hacían las cosas, pero a los dos días, estaba más que acostumbrado a ver a esa mujer a la que nunca se le quitaban las ganas, en cualquier rincón del chalet, follando con alguno de los otros, mientras hacía mi trabajo. De hecho era habitual que recibiera a su marido en el mismo jardín, al lado de la piscina, sin importar quién mirara. Y más de una vez acudimos alguno de nosotros a colaborar con él para satisfacerla. Nosotros o el repartidor del supermercado o un vendedor de seguros que llamara a la puerta: cualquier polla le venía bien. Entiendo ahora que el marido prefiriera llevarle el material a casa, porque de no tenernos, ella se metería en cualquier sitio para buscar sexo.
Era increíble verla, con sus varios orgasmos diarios y siempre pidiendo más. No gastaba ropa interior, cuando llevaba algo de ropa, porque le encantaba exibirse y provocar, y lo conseguía. Nos provocaba, nos la ponía dura, y encima se dejaba penetrar por cualquier sitio, todo le excitaba. Por eso digo que realmente no era un trabajo al uso, me daban dinero, casa, comida, y me daban de follar. Lo más parecido al paraíso. Por desgracia se decidió a hacer terapia, se volvió menos ansiosa y se me acabó el chollo. Ahora cuando hago alguna entrevista de trabajo, me queda la esperanza de que sea para un puesto parecido al de ese verano.
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