Un banquete exquisito

Por RedLips, el 13/12/2016

Un banquete exquisito

Hacia tiempo que Nadia y Jorge estaban juntos. Lo suyo había sido amor a segunda vista, por decirlo de alguna manera, y se casaron porque se querían de verdad. Posiblemente el paso del tiempo, y el hecho de que apenas pasaran tiempo juntos por culpa de los trabajos, hizo el resto. Como dicen el amor es algo que hay que cuidar como un hermoso jardín, y ellos se habían dedicado a dejar que creciera solo... y con su bonita relación, se estaba yendo al traste también el sexo.

Siempre habían sido espontáneos, se llevaban bien, habían hablado mucho de lo que les gustaba a cada uno de ellos, y lo ponían en práctica. Una pareja moderna y envidiada por muchos. Pero ya no había ganas, ni tiempo, ni lo que fuera que les unía antes. Se evitaban de una manera elegante. Nadia le había dado vueltas al asunto y pensó mucho en qué es lo que podría hacer. Ya hasta le costaba sacar el tema y solucionarlo con Jorge. Así es que pensó en preparar algo picante que le excitará mucho a los dos y reactivara la relación.

Se dedicó a ver alguna peli porno, y a apuntar ideas. Tenía que ponerlo en práctica un día que él estuviera poco cansado y desinhibido. En una semana Jorge volvería de un viaje y regresaría a casa un poco antes de lo normal. Así es que pensó que le prepararía algo una cena excitante y diferente. Tenía que conseguir que recordara lo loco que estaba por ella, y ella por él. LLegado el día, preparó el comedor con una mesa muy bien puesta, puso a enfriar el vino y dispuso unas flores y unas velas en la mesa. Luego se bañó, se depiló el pubis tal como le gustaba a él y se maquilló de manera exquisita, se sentía maravillosamente guapa y sexy. Se puso unas medias de liga, zapatos de tacón, sacó el vino a la mesa y se dispuso a esperar a su marido.

Puso una música a medio tono, jazz, y acto seguido se tumbó en la mesa, con las piernas abiertas apoyadas en la silla y dejando su coño bien expuesto. Solo el ambiente y la posición hicieron que se empezara a excitar y que se pusiera a pensar qué sorpresa se iba a llevar su marido al ver la "cena" que le había preparado. Unos minutos después entró Jorge y atraído por la música y al ver el espectáculo que se presentaba ante sus ojos, soltó el maletín, se sentó en la silla, separó con suavidad las piernas de su mujer, y la miró a los ojos, recordando cuánto la amaba y la deseaba. Ella consciente del valor de ese momento, solo preguntó, ¿tienes hambre? Si claro que la tengo, y te voy a comer a ti, susurró mientras su boca se disponía a disfrutar del menú que se le presentaba tan jugosamente...


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