Volví, vaya si volví...

Por RedLips, el 14/07/2016

Volví, vaya si volví...

Y volví, vaya si volví... no conseguía quitarme de la cabeza a la dueña de aquel club, el poder de seducción y convicción que tuvo para mí esa mujer. Su voz diciéndome qué tenía que hacer, y yo, obedeciéndo sin ningún problema, excitada más bien, feliz de servirla. Porque ya no hablamos de placer sexual, el mío vino de obedecer sus órdenes, de saber que haría lo que ella me pidiera...
Volví más o menos al mes de la boda. Mi encuentro con el sexo, ese tan esperado para el que me había reservado, o por falta de confianza o de destreza fue más bien soso y aburrido. Luego mejoró con el tiempo, si bien nada que ver con mis escapadas al club para ver a mi ama. 

Entré tímidamente, y fue igual de cordial que la vez anterior. No pareció sorprendida por mi presencia.Me preguntó qué tal me había ido, con esa voz que iba entrando por los poros de mi piel y me erizaba el deseo hasta extremos insospechados. Era verano, y mientras me hablaba puso la mano sobre mi escote, la deslizó por dentro del sujetador y se interesó por el estado de mis pezones, si ya estaban bien después de aquel día. Eso y mojar mi tanga fue todo uno.

Me propuso quedarme a pasar un rato en el reservado de la otra vez. A eso había ido exactamente... Al llegar me tumbó en una especie de barra estrecha, de manera que solo mi cintura estaba en contacto con la madera, con el resto del cuerpo dejado caer hacia delante, me esposó las manos a unos pilares que había al lado y sin mediar más palabras me levantó la falda y con un gesto brusco me abrió las piernas dejando mi culo expuesto. Yo estaba muy excitada ya en ese momento, y eso que sabía que lo iba a pasar mal: allí nadie iba a procurarme placer, iba a ser un juguete de la voluntad de mi ama.

Después de dejarme un rato sin tocarme, se acerco y me quitó la camiseta que llevaba, me sacó los pechos del sujetador y con una fusta, me golpeó suavemente los pezones. Para que no se olvidaran de quién mandaba allí... cómo si no lo supiera y no estuviera encantada con ello. 
Me rompió el tanga de un estirón, a ver que le iba a decir a mi marido, pero en ese momento era lo que menos me importaba, la verdad. Y entonces empezó a golpear mi clítoris con la fusta. La puerta estaba como la otra vez abierta, y cualquiera que pasara podría mirar y entrar. Así estuvo un rato, aumentando progresivamente la intensidad de los golpes, en mis pezones, en mi clítoris y en mi culo, y ahí estaba yo, con las piernas abiertas, los pechos colgando y atada, feliz y excitada como en la vida...

Al cabo de un rato noté una polla dura como una piedra en mi coño, sin avisar, sin preguntar si me venía bien, mientras mi ama me golpeaba con más intensidad el clítoris. Me dejó muy claro que allí yo no iba a disfrutar, que lo harían todos menos yo. Se equivocaba, porque verme así me daba un placer enorme. Dejó un momento la fusta para ponerme unas pinzas en los pezones, y acto seguido les colocó unas pesitas, que me hicieron gritar de dolor. El hombre seguía con una fuerza brutal, mientras que ella simultaneaba los golpes con la fusta, y las palmadas en el culo. Con cada embiste del hombre mis pezones sufrían un bruso movimiento, tanto que pensé que se me arrancaban del pecho. Pero eso era lo que ella quería y yo no tenía nada que decir.

Me ardía el culo cuando el hombre se corrió y tenía el clítoris y los pechos enrojecidos. Me quitó las esposas y las y al recuperar la postura vertical noté como el semen del hombre resbalaba por entre mis piernas. Me vistió con una ternura que no había tenido al desvestirme, rozando mis pechos por fuera del sujetador, sabiendo bien lo doloridos que estaban por su manera de golpearlos. "Basta por hoy, la sesión ha sido algo suave pero volverás a por más, ya lo verás. Ahora vete a casa, así como estás, y si quieres un orgasmo fóllate a tu marido, aquí no te está permitido gozar"

Y eso hice, poco imaginaba ella que mi mayor placer, era saber que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por complacerla...

 

Imagen: Craig Sunter


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