Mamá, quiero ser puta
Por RedLips, el 23/06/2016

Siempre se ha debatido mucho sobre la prostitución. Se habla de prohibirla, de castigarla, de esconderla. Ese que se tiene por el oficio más antiguo del mundo, honorable en algunos momentos de la historia y denostado y menospreciado en la actualidad. Y discúlpenme, pero si hay putas es porque hay hombres que requieren sus servicios ni más, ni menos. Y cada uno intenta ganarse la vida como mejor sabe o le dejan, y una es buena en el sexo, ¿por qué no dedicarse a ello? Es lo mismo que haría una peluquera, un cocinero o un experto en informática, montarse un negocio, ¿o no?
El tema con la prostitución es más delicado, puede ser. Lo que sí es, es más provechoso, porque mueve mucho dinero, y ahí empieza el problema, ya que al rebufo de esos ingresos se acoplan al negocio gentes indeseables que quieren ganar dinero a costa de que otras trabajen, extorsionando y engañando. Y eso tiene también un nombre: trata de personas. Porque si una mujer, siguen siendo mayoría sobre los putos, decide hacer de la prostitución su oficio, fantástico. Dejémonos de moralinas y de historias sobre lo que pasa en casa de cada cual, ya hemos concluido que si hay oferta es porque hay demanda, es su decisión y punto. Pero obligar mediante engaños, con violencia y explotación a practicarla es otra cosa muy distinta, ahí no hay libertad, sino víctimas, y no se debe permitir bajo ningún concepto.
Creo que se debería normalizar la existencia de la prostitución o trabajadoras del sexo, como prefiera llamarse. Porque sí, porque no pueden estar sin estar, trabajar sin derechos y demonizadas continuamente por la misma sociedad que necesita de su existencia. Y digo necesita, porque el sexo es una parte importante de la vida, y uno es muy dueño de buscar su placer donde quiera, y si para ello prefiere contratar a una profesional está en su derecho. Igual que elige peluquería, tienda de ropa, dentista... ¿qué hay de malo en hacer lo mismo cuando se busca sexo?
Acabemos con ideas preconcebidas, ni todas las mujeres que la practican son víctimas, ni son personas que están ahí porque no saben hacer nada más. Sencillamente hacen lo que mejor saben hacer, o lo que más les gusta, que vocaciones hay en todos los lados. Tal vez la normalidad se produzca cuando una niña cuando piense en el futuro pueda decir con tranquilidad, quiero ser puta, con total libertad, sabiendo que tendrá un trabajo como todo el mundo, con unas condiciones dignas y sin tener que esconderse o avergonzarse de lo que hace.
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